lunes, 31 de octubre de 2016

CONVICTA

      Kel y Dax, recolectores de chatarra de profesión, habían interceptado la llamada de auxilio de una nave varada en el espacio. Eran incapaces de desperdiciar cualquier oportunidad que le brindase el azar para hacer fortuna, por lo que ahora se hallaban intentando abrir el único compartimento de la nave que registraba energía con un soplete de plasma mientras llevaban un traje parecido a una segunda piel hecha a partir de una servoarmadura ligera. Las pesadas botas poseían unas suelas magnéticas que permitieron el avance al interior de la estancia una vez vaciado la atmósfera de su interior.

     Su sorpresa fue una decepción expresada en mordaces comentarios cuando vieron que no había nada a su alrededor a excepción de una cápsula de hibernación todavía operativa que mantenía con vida a alguien en su interior. Un transporte de prisioneros. Decidieron intentar el cobro una recompensa por la mercancía a la Federación. Así que de esta forma la subieron al “Carroñero”.

      Una vez depositada en la bahía de carga, la cápsula se abrió por accidente dejando ver a una joven veinteañera, vestía corset y pantalón largo, de piel blanca como la porcelana contrastando fuertemente con su pelo azul metálico a la altura del cuello tapando un tatuaje de androide en el cuello y una desconcertante mirada heterocromática.

     Sin duda lo que les llamó la atención fue su robótico brazo derecho equipado con una escopeta, pues es lo último que vieron, con cálculo preciso y súbita rapidez un impacto abrió un agujero en el pecho a Dax, tiñiendo la pared con su sangre, sin que Kel tuviera la oportunidad de reaccionar. De manera instintiva se tiró al suelo, pero no le sirvió de nada, aquella muchacha caminaba hacia él muy despacio con la fría calma de un asesino en serie. Entre súplicas y sollozos puso la boca del cañón frente a su cara y convirtió su cabeza en una masa pulposa.


     La situación invitaba a escapar. Bonnie Rex era libre. 

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