domingo, 2 de octubre de 2016

LA MASCOTA

     Tengo a un muerto viviente como mascota en el sótano, el Gobierno me lo dio. Se llama Sujeto-en-prácticas pero todos lo llamamos Jeto. Le mola la carne de chicas malas por eso le apodan el “terror de las nenas”. Viste de forma harapienta, un roído pantalón vaquero y una camiseta negra agujereada con un logo serigrafiado. Tiene un pie torcido y le falta la mitad del brazo derecho hasta la altura del codo, parte del torso lo tiene abierto por varias mordeduras lo que lleva a apreciar su saliente caja torácica; su cara es un reflejo de lo que en su día fue, ahora conserva una piel marchita con restos de sangre coagulada y tierra. Como si de un gato se tratara odia bañarse, mejor dicho odia el agua. Me costó mucho esfuerzo y la vida de mi primo segundo hacer que se tomara su primer baño, aun así sigue oliendo condenadamente mal.
    Obviamente mi familia lo sabe aunque al principio traté de ocultarlo lo mejor posible, no es fácil tener a un reanimado como un animal de compañía. Mamá trató de darle de comer y casi ella pasa a ser primer plato si no fuera porque yo bajé al ver que ella no estaba en la casa y gracias a las luces de la escalera del sótano que me orientaron hacia ella, luego tuve que cortarle la mano para salvarla, ya que Jeto le había arrancado un dedo de cuajo. Papá se cabreó más aún que mi hermana Anita, y eso que son de carácter tranquilo. Cuando se enteró de que hacía medio mes que lo tenía se puso hecho una fiera, empezó a gritar y a romper cosas, me amenazó con echarme a la calle si no me deshacía de él. Yo no pude hacerle entrar en razón pero Jack Daniel’s y su botella lo hicieron. Anita fue otro tema. Ella creía que eso era algo que iba en contra de todas las leyes de la naturaleza. Pero joder él es real, muerto pero vivo. Me dio el coñazo varias semanas para hacer pruebas “empíricas” y dictaminar lo que yo ya aceptaba, aun me acuerdo de cómo estuvo un tiempo frente a él y un micrófono esperando a que hablara, ese día salí del sótano riéndome a lágrima viva.
     Ya superado lo que significa tener un muerto viviente como mascota todos lo quieren sacar una vez a la semana para que se coma una ardilla mientras aterroriza con su presencia a los niños del parque, especialmente mi hermana. Ahora papá le ve utilidad como guardián de la casa, porque se lo lanza a los acreedores cuando vienen a cobrar o a los Testigos de Jehová cuando vienen a predicar, mamá lo usa para deshacerse de los vendedores a domicilio y más de uno se ha meado encima al verle. En cuanto al Gobierno, ellos me lo confiaron porque nadie cree en la palabra de un teórico de la conspiración.

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